El principio

21/01/2021

Bitácora de Vivana Alonso acerca de la clase El Timeo, de Maratón platónica, con una pizca de Borges.

En la primera clase del curso “Borges fuera de Borges”, Dani Molina leyó una prosa poética de Borges sobre los griegos, publicada en su libro Atlas. Fue en marzo de 2020, poco antes de la cuarentena. Un mes después empezó la Maratón Platónica. En la línea de largada, Christián Carman dio varias recomendaciones de lectura, entre ellas, “disfrutar de un libro escrito hace 2.500 años”. Esta recomendación va cobrando sentido a medida que avanzamos y encontramos la potencia de ideas que vienen de la antigüedad; y, en paralelo, descubrimos que leer un texto escrito hace 2.500 es un viaje mental a otro tiempo, al de Sócrates. 

Platón da varias pistas que facilitan el traslado. Al referirse al joven Teeteto, Teodoro le dice a Sócrates “no es bello, y no te enfades conmigo, pero el caso es que se parece a tí, porque tiene la nariz chata y los ojos prominentes”. En el Banquete, Aristodemo cuenta que se había tropezado con Socrates, “lavado y con las sandalias puestas, lo cual éste hacía pocas veces”. También hay muchas descripciones del espacio físico. “Marchaba yo de la Academia derecho al Liceo por el camino que, pegado a ella, va por fuera de la muralla”, recuerda Sócrates en el Lisis. Cuando Fedro invita a Sócrates a pasear fuera de la ciudad y busca un lugar para conversar, le señala, “ves aquel plátano tan alto. Ahí hay sombra y un vientecillo suave y hierba para sentarnos”. Fedro le reprocha que  “raras veces vas más allá de los límites de la ciudad y ni siquiera traspasas sus murallas”, a lo cual Sócrates responde “me gusta aprender, y el caso es que el campo y los árboles no quieren enseñarme nada, pero sí, en cambio, los hombres de la ciudad”.

También hay indicios que nos ubican temporalmente en otro contexto, en una época que, al mirar al pasado, se encuentra con la cultura egipcia.  “En Egipto, donde la corriente del Nilo se divide en dos en el extremo inferior del Delta, hay una región llamada Saítica. Solón (uno de los siete sabios de Grecia) contaba que cuando llegó allí recibió de ellos muchos honores y que, al consultar sobre las antigüedades a los sacerdotes que más conocían el tema, descubrió que ni él mismo ni ningún otro griego sabía, por decir así, prácticamente nada de esos asuntos”, relata Critias en el Timeo.

El Timeo es un diálogo difícil, complejo. Christitán Carman invitó a Ivana Costa, doctora en filosofía y traductora de varios diálogos platónicos del griego al castellano, a comentarlo. Con claridad magistral, Ivana organizó las principales ideas de manera sintética y esquemática. Lo primero que dijo es que el Timeo fue el diálogo más leído en la Antigüedad y el más citado por Aristóteles. Lo definió así: es una cosmología (relato sobre el cosmos) contado como una cosmogonía (relato fundacional, relato creacional del universo, el nacimiento del cosmos). El objetivo es poner en movimiento a aquellos hombres descritos en la República (Platón sitúa dramáticamente al Timeo como el diálogo que tiene lugar al día siguiente del diálogo la República).

“Timeo era un especializado que ha ocupado todos los cargos polìticos en su tierra, y un entendido en la alta filosofía. Timeo habló sobre la creación del mundo  ¿Este mundo siempre existió o tuvo un nacimiento? Esa es la pregunta más importante del diálogo”. La respuesta que da Platón es que el mundo nació, tuvo un comienzo.  “Platón desarrolla numerosas estrategias metodológicas y argumentales para mostrar que el mundo nació. La primera es un planteo axiomático”, sostuvo Ivana.  

Platón parte de tres axiomas:

  1. Hay ser, hay algo que siempre es, y que es inteligible, se capta sólo con la razón.
  2. Hay devenir
  3. Hay algo que es generado, siempre está en proceso y nunca es plenamente. Es algo sensible, se capta a través de los sentidos.

Ivana señaló una primera distinción: entre algo que siempre es y que es inteligible, y algo que siempre deviene, es sensible, se puede captar. ¿El mundo en que vivimos en ingénito o generado? El mundo en que vivimos es tangible, es sensible, por ende, tiene que pertenecer al mundo generado. Nuestro mundo nació, es algo generado. Pero lo generado, tiene que generarse por alguna causa. Y ahí Platón introduce la figura del demiurgo, la causa artificial. En el Timeo está expresado así: “digamos ahora por qué causa el hacedor hizo el devenir y este universo. Es bueno y en el bueno nunca anida ninguna mezquindad acerca de nada. Al carecer de ésta, quería que todo llegara a ser lo más semejante posible a él mismo”.

Timeo dice que el artífice, el demiurgo, mira un modelo y, si mira un modelo bueno, su obra es buena; si mira un modelo malo, la obra resulta mala. “¿Qué modelo miró el demiurgo? No cabe dudas de que el demiurgo miró el modelo perfecto. Miró la idea del viviente, la idea del ser. Conocer al padre de este mundo es difícil. Una vez conocido, explicárselo a todos es imposible, pero podemos sacar algunas conclusiones: hay un dios que es padre, es inteligente y que produce el mundo”, explicó Ivana y, a modo de comentario, señaló el impacto del Timeo en la tradición judeocristiana. “Un dios que es padre, es bueno, inteligente y produce el mundo. La fusión de la tradición platónica y la judeocristiana va a producir la historia de la cultura”, comentó.

Tras esta primera parte, Timeo hace una reflexión: ¿de qué manera podemos hablar del universo generado? Sólo podemos utilizar un relato verosímil.  “Sobre determinados aspectos del saber podemos tener la completa certidumbre y estar en la verdad, pero sobre otros aspectos (del ser) no podemos tener completa certidumbre porque el objeto es difícil de conocer y porque somos personas limitadas cognoscitivamente. Tenemos que conformarnos con asimilar lo más posible nuestro relato a la verdad, ¿de qué manera asimilamos el relato sobre el origen del universo a la verdad? Formulando hipótesis”, explicó Ivana. “Desde el punto de vista metodológico, el Timeo es una joya no ha sido completamente valorada en la Antigüedad. Me interesan mucho las observaciones metodológicas que hace Platón y cómo podemos ir aproximándonos al saber, a veces con criterios estadísticos, a veces con criterios matemáticos, a veces simplemente con ayuda de los sentidos, es decir atendiendo a los fenómenos.”

La segunda parte del diálogo tiene que ver con la creación del tiempo. “El tiempo nació con el universo” y “la decisión divina de crear el tiempo hizo que surgieran el sol, la luna y los otros cinco cuerpos celestes que llevan el nombre de planetas”, escribe Platón.  El demiurgo crea el cuerpo del mundo, las masas de tierra, fuego, aire y agua, pero antes crea el alma del mundo. “No hace falta decir lo importante que ha sido en la historia del pensamiento occidental esta noción del alma del mundo”, explicó Ivana. “Basta con sugerirles pensar en el neoplatonismo que hace del alma del mundo el centro de su filosofía y de su antropología. Esta idea apareció también en la alquimia; la ecofilosofía vuelve a la noción del alma del mundo. Para Timeo, el universo es un viviente con alma y cuerpo, ambos eternos.” Después de crear el alma del mundo, el demiurgo le encomienda a sus vástagos, los astros, a esos dioses menores, que creen el alma humana y la mezclen en cuerpos humanos. El humano tiene algo de la divinidad del mundo (la racionalidad) y partes mortales (el cuerpo). 

En la tercera parte, Timeo describe aspectos de la creación del humano con su alma y su cuerpo y habla de la vista, ¿para qué nos dieron los dioses la visión? “Para que contempláramos los astros, viéramos las regularidades matemáticas, astronómicas y aprendiéramos filosofía”. En esta parte, Ivana ubicó la discusión acerca de los tipos de causa. Por un lado está la causa inteligente, la causa demiúrgica, la causa de la racionalidad, la que apunta a un fin deliberadamente bueno, elegido. Por otro lado, hay causas azarosas, causas de todo lo que ocurre de manera desordenada, es ananké, la necesidad, lo forzoso. El universo es una conjunción de luz (intelecto) y de ananké (lo forzoso). “La causa azarosa no es secundaria, está ahí; es un elemento interesante de dualismo en el platonismo. Todo lo que se habló al principio, el tiempo, el alma del mundo, las almas humanas, es obra del intelecto; al introducir la causa de lo forzoso, hay que explicar de nuevo cómo se genera todo. Hay un nuevo comienzo. Al principio habíamos dicho que había que distinguir lo que siempre es, y lo que siempre deviene (sensible, que está siempre generándose). En esta parte, Platón incorpora un tercer género: el espacio, el receptáculo, como una madre que recibe, la matriz. El espacio es la madre; el padre es lo que siempre es. Lo generado, este mundo, es el hijo.”

En esta parte, en la que se incorpora el espacio, Platón toma cuatro de los cinco sólidos regulares que fueron descritos por Teeteto para describir la generación de los elementos. Y haciendo una combinación matemática explica que el fuego es el tetraedro; la tierra es el hexaedro; el aire es el octaedro y el agua el icosaedro. “Es otro hallazgo matemático y metodológico. Platón combina dos tradiciones, la providencialista, el demiurgo que hizo el alma y el cuerpo y le dijo a los hijos que hicieran a los hombres; y una explicación mecanicista, por la combinación de dos tipos de triángulos (el isósceles y el escaleno rectángulo), crea todos los sólidos regulares.” 

En la quinta y última parte, Timeo describe la fisiología y la patología del aparato digestivo, respiratorio, reproductor, circulatorio. “Hay una reflexión sobre la terapéutica del cuerpo y del alma. Es un Platón muy avanzado en el que alma y cuerpo permanecen interconectados, no hay que privilegiar uno sobre otro. Lo importante es que cada uno siga los movimientos que le son afines”, comentó Ivana.

Mientras leía este diálogo, volví a la recomendación de Christián. Me trasladé mentalmente a un tiempo en el que asoma Egipto en el horizonte de nuestros antepasados cercanos e imaginé a Timeo dando una explicación inédita de la creación del mundo, los humanos, animales, el funcionamiento del cuerpo. Entonces recordé el texto de Borges que había leído Dani Molina en aquella primera clase. Se llama El principio. Dice así: 

“Dos griegos están conversando: Sócrates acaso y Parménides.

Conviene que no sepamos nunca sus nombres; la historia, así, será más misteriosa y más tranquila.

El tema del diálogo es abstracto. Aluden a veces a mitos, de los que ambos descreen.

Las razones que alegan pueden abundar en falacias y no dan con un fin.

No polemizan. Y no quieren persuadir ni ser persuadidos, no piensan en ganar o en perder.

Están de acuerdo en una sola cosa; saben que la discusión es el no imposible camino para llegar a una verdad.

Libres del mito y de la metáfora, piensan o tratan de pensar.

No sabremos nunca sus nombres.

Esta conversación de dos desconocidos en un lugar de Grecia es el hecho capital de la Historia.

Han olvidado la plegaria y la magia”.

Con Dani Molina conocí El principio y con Christián Carman estuve ahí. Gracias Baikal.

Viviana Alonso.