Ocio

25/01/2021

Ahora el ocio es el tiempo dedicado a divertirse y distraerse del trabajo. Está pensado en una doble función: por un lado, descanso -una forma de “cargar las pilas”- y, por otro lado, usar ese tiempo de diversión para mejorar la productividad general de nuestra vida (hacer contactos que nos posicionen socialmente mejor y compartir actividades que nos permitan hacer negocios).

Como vemos, en la modernidad el ocio es pensado en función del negocio: cargamos las pilas para hacer mejores negocios o lo usamos para crear un espacio en el que los negocios funcionen mejor.

Para el mundo grecorromano, el ocio era la condición esencial en la vida de un hombre libre: era el disfrute mismo de la vida en estado puro. Y por eso se lo dedicaba a la contemplación, al estudio de lo que se amaba, a las actividades que no tenían a priori ningún beneficio material sospechado. Era lo contrario del neg-ocio que es -como su nombre lo indica- la negación del ocio.

En Atenas y en Roma, el negocio era una actividad a la que debíamos dedicarnos por obligación y que convertía hasta al hombre más poderoso en un esclavo de la necesidad. Desde conseguir nuestro sustento más básico hasta lograr muchas riquezas y poder eran negocios. Pero el objetivo último de todo negocio en el mundo grecorromano era el ocio: el tiempo libre, el tiempo en el que se hacían las cosas por placer.

Este ciclo se propone recrear ese espíritu: que dejemos las obligaciones y podamos venir a disfrutar del pensamiento y del aprendizaje de aquellas cosas que a priori no parecen servir para nada útil. Menos aún, para potenciar los negocios.

El principio del placer reside en no hacer nada”, Jacques Lacan.

Daniel Molina. 

Este ciclo es parte de Comunidad Baikal. Si te querés sumar lo podés hacer acá.