Baikal: manual de uso
Desde hace milenios los humanos sabemos que, para vivir bien, tenemos que cuidar nuestro cuerpo y nuestra mente. Para cuidar nuestro cuerpo y nuestra mente los tenemos que nutrir bien. Así como el cuerpo se nutre con alimentos y se entrena con actividad, la mente se nutre con ideas (con modelos mentales) y se entrena pensando y haciendo. Nos gusta pensar a Baikal como ese espacio para nutrir la mente.
Te proponemos que tomes a Baikal casi como un refugio. Un refugio de la vida cotidiana. Un lugar al que venís a exponerte a nuevas ideas que después ponés en práctica en tu vida real. En tu trabajo, en tus relaciones. Y después volvés a Baikal a exponerte a otras ideas o a revisitar las anteriores que ya pusiste en práctica. Y así, en ese ida y vuelta entre las ideas y la vida, entre aprender y hacer, se va construyendo un saber. Un saber que es único tuyo porque nadie más hizo ese recorrido. Refiná cada vez más ese saber, ese saber hacer, esa práctica, ese saber vivir único tuyo.
Cuentan que Umberto Eco tenía en su casa una biblioteca gigantesca. Cuando algún invitado le preguntaba si había leído todos los libros, Eco respondía que no, que estaban ahí para recordarle todo lo que no sabía. Eso es sabiduría. Saber muchas cosas que no sabemos. Tener menos “unknown unknowns”. Pero no es sólo saber que no sabemos muchas cosas en general, es conocer las cosas concretas que no sabemos. La ignorancia desconoce lo que ignora.
Tomá a Baikal como la Biblioteca de Eco. No tenés que hacer todos los cursos ni venir a todos los talleres. No tenés que entender todo el contenido, nadie lo entiende todo. Pero cuanto más recorrés Baikal, más cosas concretas sabés que no sabés. Menos unknown unknowns. Esto aumenta enormemente tu sabiduría.
Por ejemplo, si no tenés conocimientos de finanzas y te metés en el Taller de Inversores o en el Seminario de Análisis de Empresas. O lo escuchás a Rinesi hablando de inteligencia artificial o a Andrei sobre el loop de la conciencia. No tenés que entender a fondo en una primera etapa. Simplemente sabés que estos temas existen. Te empezás a familiarizar con sus términos (Kahneman dice que conocer los términos es la parte central de pensar sobre algo). Con el tiempo, casi sin darte cuenta, vas a absorber muchísimas ideas -modelos mentales- que naturalmente vas a empezar a poner en práctica. Y que van a transformar tu mente haciéndola más amplia y rica. Una caja de herramientas con cada vez más herramientas.
Baikal no está pensado como un recorrido sino como un laberinto en el que te perdés, descubrís, te frustrás, aprendés, volvés a empezar. Exponerte a distintos temas, a tu ritmo. Todo lo vamos repitiendo en el tiempo para que uno pueda hacer ese ida y vuelta con la vida real. Como cuando releemos un libro 20 años después de haberlo leído, con 20 años vividos en el medio. Es otro libro. Leemos otras cosas en el mismo libro. Encontramos otros nutrientes para los que ahora sí estamos preparados.
Pensá Baikal como una compañía permanente. A veces te vas a enchufar más porque tu mente está receptiva a nuevas ideas. A veces te vas a desenchufar porque te abrumaste. Es normal. Ida y vuelta, ida y vuelta.
No nos pidas ni te pidas orden, no vinimos para eso. Pedinos y vení a buscar inspiración.
Probablemente la mayor inspiración viene de entender nuestro lugar diminuto en el tiempo y en el espacio. Por eso nos sumergimos tanto en el pasado y en el futuro. Por eso agradecemos tanto a los héroes de la historia, los constructores de nuestra civilización que nos trajeron hasta acá y nos legaron este enorme patrimonio cultural que es más importante que cualquier aeropuerto o central atómica. Por eso y porque entender nuestro pequeño lugar en el cosmos nos catapulta a hacer cosas que van mucho más allá de nosotros mismos. A agarrar la antorcha de la civilización y llevar ese legado un poquito más allá.
Emiliano Chamorro