El miedo de arrepentirnos de nuestras inversiones
También pueden disfrutar de este contenido en formato audio en nuestro podcast haciendo clic aquí.
Cuando uno decide invertir en el mercado, asume que el mercado comete errores. Además, asume que uno puede detectar esos errores y tomar ventaja de ellos.
Por ejemplo, si las acciones de una compañía cotizan a, digamos, 100 veces sus ganancias por acción (un ratio P/E de 100), significa que el mercado cree que va a crecer mucho en el futuro. Si uno analizó la compañía y no está de acuerdo con esa visión, puede apostar en contra o simplemente no comprar ese activo.
En el fondo, para ganarle al mercado uno tiene que tomar posiciones poco comunes. Tiene que elegir aquellas alternativas que la mayoría no elige (ya que estas se ven reflejadas en el precio actual). Y tomar esas posiciones puede ser difícil de llevar a cabo y mantener.
Una de las cosas que plantea Kahneman en su libro «Pensar Rápido, Pensar Despacio» es que la búsqueda de dinero no tiene un fundamento necesariamente económico. Excepto para quien está en una pobreza extrema, el dinero representa puntos en una escala de éxito y autoestima.
Parte de esto tiene que ver con lo que hablamos hace dos semanas sobre la negación a vender las malas inversiones. No queremos admitir que nos equivocamos. Pero hoy quería traer otro de los puntos que hace Kahneman en su libro, y es el del miedo al arrepentimiento.
Piensen en este ejemplo que se plantea en el libro:
- Mr. Brown casi nunca recoge autoestopistas (personas que hacen «dedo» en la ruta). Ayer llevó en el auto a un hombre que le robó.
- Mr. Smith recoge con frecuencia autoestopistas. Ayer llevó en el auto a un hombre que le robó.
¿Cuál de los dos habrá experimentado mayor arrepentimiento después del episodio?
En el estudio, Kahneman encontró que el 88% votó por Mr. Brown y sólo el 12% por Mr. Smith. El hecho de que Mr. Brown nunca suba gente desconocida a su auto, y que justo cuando lo hace le roben, aumentó mucho el sentimiento de arrepentimiento.
También es importante que se trató de una equivocación mediante la acción y no la inacción. Nos duele mucho más equivocarnos por haber cambiado de decisión que por habernos quedado con la opción original. (Esta es una de las razones por las cuales nadie cambia de puerta en el problema de Monty Hall).
Pero la clave, marca Kahneman, no está tanto en la omisión o comisión, sino más en tomar una decisión que se aparta de la norma. Supongamos que tenés que patear un penal y creés fervientemente que lo que maximiza la probabilidad de hacer el gol es dar un pase al costado y que un compañero defina con la pelota en movimiento (esto es válido, Messi lo hizo una vez, obvio). Lo más probable es que no lo hagas por el miedo al arrepentimiento que vas a sentir en caso de que no sea gol. La anticipación del impacto negativo que tendría equivocarse es más grande que la del disfrute de haber estado en lo correcto, favoreciendo optar por las opciones convencionales.
¿Qué implicancias tiene esto en nuestras decisiones de inversión? El punto es que, siguiendo lo que dijimos al principio, para ganarle al mercado tenemos que identificar en qué situaciones este se equivoca, e ir en contra. Tenemos que tener el valor de dar el pase al costado en vez de patear al arco, si creemos que esa es la jugada ganadora.
Esencialmente, tenemos que ser capaces de tomar las decisiones que no queremos tomar por temor a arrepentirnos. La vía más útil para inmunizarnos contra esto, cierra Kahneman, es explicitar esa anticipación del arrepentimiento. «Sé que es muy probable que me arrepienta de esto, pero aún así creo que es la decisión correcta».
Santiago Tissembaum
Si quieres recibir contenido gratuito y novedades de inversores, innovación y negocios suscríbete aquí: