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Atención selectiva
Por Christián Carman
Cuando por alguna razón tengo una mala noche y todo el día siguiente padezco un insufrible cansancio no puedo creer cómo sobreviví sin heridas permanentes a la década que arrancó con el nacimiento de Agustín. A los dos años, cuando empezábamos a dormir un poco mejor, nació Anita, luego Juani y luego Santi. Unos 4.000 días seguidos sin poder dormir de corrido una noche. El momento crítico fue cuando nació Juani, sólo un año y medio después que Anita. Me acuerdo de que con Emi, mi mujer, decidimos organizarnos: yo me levantaba por Anita y ella por Juani. A los pocos días habíamos desarrollado una increíble habilidad de atención selectiva: de noche yo me despertaba sólo con el llanto de Anita y ella sólo con el de Juani.
Juani podía tener una noche terrible y yo no me enteraba. Anita lo mismo y ella no se enteraba. Cuando nos despertábamos a la mañana, nos preguntábamos cómo había sido la noche del otro, porque no teníamos ni idea. Esa atención selectiva nos permitió sobrevivir en los años más densos de esa década oscura.
En un artículo de la Suma Teológica, Tomás de Aquino nos propone incorporar una atención selectiva mucho más fructífera todavía. En la cuestión 106 está hablando de la gratitud, y en el artículo tercero se pregunta si nos conviene ser siempre agradecidos, incluso si el favor que nos han hecho no lo hicieron, digamos, de la mejor manera. El dice, si lo han hecho “más bien de manera humillante, tarde y a regañadientes”. Contesta que sí. Que siempre tenemos que ser agradecidos. Aunque esté lleno de defectos, algo bueno siempre se puede rescatar. Agrega –y ésta es la perla– “lo propio de un alma grande es prestar más atención a lo bueno que a lo malo.” No hay nada perfecto en este mundo, tampoco nada completamente malo. La diferencia está en a qué decidimos prestarle atención, hacia donde orientamos nuestra atención selectiva. La gente que logra desarrollar la capacidad de mirar lo bueno e ignorar lo malo tiene un alma grande. Es más agradecida. Y es más feliz. Así de simple.
Christián Carman
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