Borges nos hizo saltar la térmica
Christián Carman, profe de Gimnasio de Pensamiento Lógico.
En la primera clase del Gimnasio del Pensamiento Lógico estuvimos viendo cómo hacer buenas clasificaciones; cómo aprender a dividir un concepto en sus partes, para poder entenderlo mejor. Una de las reglas pide que toda buena clasificación utilice un único fundamento. No puedo dividir a los triángulos en isósceles, escalenos y acutángulos porque estoy utilizando a la vez dos criterios: la semejanza de sus lados y el tamaño de sus ángulos. Nos deleitamos, entonces, analizando la famosa clasificación de animales que Borges (en “El idioma analítico de John Wilkins”) dice haber extraído de una enciclopedia china titulada Emporio celestial de conocimientos benévolos. Según la clasificación, los animales se dividen en: (a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (l) etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas.
Una genialidad. Entonces, tomamos una de las partes de esa clasificación: “incluidos en esta clasificación” y armamos una dicotomía, o sea, una clasificación que tiene solo dos partes definidas por la presencia o ausencia de una característica que no admite grados. En este caso, nuestra propuesta es clasificar todo en (a) incluidos en esta clasificación y (b) no incluidos en esta clasificación. Borges, por ejemplo, ¿está incluido en esta clasificación? Si no, debería estar en la parte (b), pero si está en la (b), también está en la (a), porque está incluido en la clasificación ¿no? Pero si lo está, ¿por qué está en (b)?
Me saltó la térmica del cerebro. Sigman: ¿las paradojas son cortocircuitos en las sinapsis de las neuronas?
Christián C. Carman.