Discursos de graduación que inspiran
Por Horacio Mohando
Son palabras. El lugar común siempre los deja perdiendo contra la aparente potencia de los hechos. Sin embargo, desde lo oral o lo escrito, han sido fundamentales como comienzo de cambios históricos. Es en papel donde se firmaron declaraciones de independencia, acuerdos de paz y en lo íntimo de cada uno, firmar un título de propiedad o un libro en nuestra mano ha sido suficiente para que un hecho cotidiano se convierta en un hito fundamental de nuestra vida.
Lo dicho no es menos. Hemos discutido, hemos convencido, hemos resuelto confiando, a veces más, a veces menos, en la energía potencial de nuestra oratoria. También ha sido la palabra de otros lo que nos ha empujado y sostenido. Amigos pero también frases dichas al aire, por gente que no conocemos, son parte de nuestra formación y cruciales a la hora de establecer los cimientos donde construiremos, entre otras cosas, nuestro futuro.
Terminar la universidad viene con esa paradójica sensación de que todo se termina y a la vez, de que la vida está por comenzar, de verdad. Por eso tal vez la importancia que se le da a los discursos en los actos de graduación. Se entiende que la primera mano en el hombro, el empujón inicial hacia el futuro que luce más incierto que nunca, está hecho de palabras.
J. K. Rowling, que comenzó a escribir Harry Potter desempleada y haciendo el duelo por la reciente muerte de su madre, fue invitada a dar un discurso en la Universidad de Harvard, en junio del 20081. Habló del fracaso. Lo definió como un período negro, donde nada fue divertido. No sabía dónde estaba la luz al final del túnel, que solo podía tomar la forma de esperanza. Sin embargo, dijo que el fracaso le dio la capacidad de deshacerse de lo que no era esencial, de dedicarse a lo que solo era importante para ella. Si hubiera tenido éxito en cualquier otro campo no lo hubiera logrado en el único al que realmente pertenecía. Logré la libertad porque mi mayor miedo se había materializado y yo todavía estaba viva, con una hija que adoro, una vieja máquina de escribir y una gran idea. Y fue más allá, diciendo que es imposible vivir sin fallar en algo. La cautela, según la autora, a veces hasta es una señal del fracaso. Destaca la imaginación como herramienta para expandir el universo propio. Elegir vivir en pequeños espacios (mentales) llevan a una cierta agorafobia mental que trae sus propios terrores.
Jeff Bezos, fundador de Amazon, también dijo lo suyo cuando habló en la Universidad de Princeton en el 20102. Comienza contando una anécdota sobre cómo había calculado cuánto tiempo había pasado su abuela fumando, esperando ser felicitado por su inteligencia. Pero lo que logra es hacer llorar a su abuela. Lo que sí obtuvo es una frase maravillosa de su abuelo: “Un día vas a entender que es más difícil ser amable que inteligente”. Y para Bezos eso es una elección. ¿Vas a dejar que la inercia sea tu guía o seguirás tus pasiones?. Remata remarcando que somos eso, nuestras decisiones y que por eso es posible que podamos crearnos una gran historia3.
Atul Gawande, cirujano, investigador, escritor, también habló sobre la importancia de haber fracasado. Lo hizo en la Universidad de Stanford, este año4. La diferencia entre el triunfo y la derrota no reside en nuestra predisposición a tomar riesgos en primer lugar, sino en ser un maestro del rescate en el momento posterior. Decirlo es fácil, y es factible creer que se trata de lanzarse al peligro, a lo que se teme. Gawande señala que son pocos los que se ponen a pensar en cómo trabajarlos una vez que estamos metidos en el medio de los problemas. Él sabe de lo que habla. Investigó sobre un caso particular de por qué había una brecha tan grande entre distintos hospitales y sus tasas de muerte post-cirugía. En un principio lo relacionó a la minimización de riesgos, pero luego descubrió que tenía que ver con el rescate de esas personas que sufrían complicaciones.
La universidad de Standford invitó a Steve Jobs, que había abandonado sus estudios universitarios en el Reed College de Oregón, a dar un discurso de graduación5. Habló de él, de su historia. Su madre biológica lo había dado en adopción con una condición. A los padres adoptivos les hizo prometer que lo iban a enviar a la universidad. Pero nada salió como se había previsto. Dejó los estudios, durmió en el piso de departamentos de amigos y se anotó en materias tales como caligrafía. En ese momento no tenía una aplicación práctica, pero al diseñar la Macintosh todo ese conocimiento volvió y gracias al curso de caligrafía es la computadora con mejor tipografía. También habló de la muerte, de su diagnóstico de cáncer de páncreas. Todos los días se preguntaba si ese iba a ser el último día y añadía la pregunta de si le gustaba hacer lo que estaba haciendo. Como buen buscador sabía que la sabiduría podía estar en cualquier lado. Leía un fanzine, casero, hojas fotocopiadas, donde la última página siempre decía mantenete hambriento, mantenete loco.
Christián Carman, profesor de nuestro próximo curso de Oratoria, nos contó que Sócrates no escribió nunca. Según dicen que decía porque cada uno debe desarrollar sus propias ideas6. Por eso escuchamos atentos los discursos. Es posible que estemos siendo testigos de la filosofía del futuro, de un montón de palabras que nos permitan mantener el hambre y alejar la cordura.
Horacio Mohando
3-Si te interesa conocer cómo piensa Jeff Bezos, te puede gustar esta clase: Modelos mentales de Jeff Bezos
6-Si te interesa lo que opinaba Sócrates sobre la oratoria, te puede gustar esta otra nota: Sócractes el psicógogo
Trackbacks/Pingbacks