Horacio Gennari, alumno de Frontera de la ciencia y la tecnología.

A Mr. Bradbury le debemos gran parte de la imaginación colectiva de los años 50. Fue un Renacentista tardío o un Digital adelantado. En 1951 escribió 18 cuentos que se amalgamaron bajo el título El Hombre Ilustrado. En ese maravilloso libro, exponía sobre los conflictos entre la ciencia, la tecnología de punta y la naturaleza humana. 

El GPT-3 me llevó a recordar esta historia de Mr. Bradbury.

La historia de Mr. Bradbury era la de un hombre que llevaba grabado en su piel miles de historias, frases, ecuaciones. O sea, su cuerpo era contenedor de toda la sabiduría humana.  

Lo maravilloso de la historia es que la piel de este hombre cambiaba con los pliegues de la edad al envejecer. Ora se ocultaban ciertos conocimientos, ora aparecían otros.  

Lo que nos lleva a pensar Mr. Bradbury es que no hay una única respuesta. La sabiduría es mutante. Y ese hombre bien puede “saberlo todo”, pero sin embargo habrá momentos donde aflora todo el saber u otros momentos donde se esconden.

Toneladas de sabiduría, datos, textos volcados en una gran Babilonia de mucha tarasca. Dice la historia que esas inscripciones habían sido hechas por una viajera del tiempo. 

Allí está la clave. El conocimiento no es único ni tiene una fecha. Es atemporal y viajero. La sed de conocimiento del hombre no se detiene y no tengo duda que el GPT-XX terminará un día adaptándose a razonamientos lógicos y dando respuestas dentro de contextos determinados. Pero luego del GPT-3, vendrá el 4, el 5 y el XX a la N.

Horacio Gennari