Si quieres venir al seminario «Perlas de la filosofía» y tener una clase por semana para nutrir la vida de sabiduría milenaria, puedes ver más aquí: https://institutobaikal.com/perlas-de-la-filosofia/

El poema de Ptolomeo

Por Christián Carman

Glaucón y Sócrates están discutiendo cuáles deberían ser las disciplinas que toda persona estudie en su república ideal. Sócrates le pregunta por la Astronomía. Glaucón le contesta que sí, que por supuesto debe estudiarse Astronomía. Es muy necesaria para la agricultura y para la navegación. Claro, en la antigüedad, la astronomía era fundamental para medir el tiempo y saber cuándo cosechar y cuándo sembrar; y también se usaba en las embarcaciones para ubicarse mediante las estrellas. Hoy, con reloj y GPS, ya no la necesitamos. Eso explicaría por qué la enseñanza de la astronomía se redujo al mínimo.

Pero ante la respuesta de Glaucón, a Sócrates se le escapa una carcajada y le dice: “parece como si tuvieras miedo de que los estudiantes te reprochen que estás proponiendo estudios inútiles”. La astronomía, le dice Sócrates, no tiene que buscarse por su utilidad. Tiene una función mucho más profunda. Tiene una función terapéutica. Sócrates le explica que los placeres excesivos y la obsesión por las ocupaciones de este mundo terminan encorvando al alma. De tanto mirar hacia abajo, queda encorvada y se produce una especie de tortícolis del ánimo que hace doler el cuello cuando queremos moverlo para mirar hacia arriba. “Gracias al estudio de la astronomía el alma de cada persona se purifica y resucita cuando está agonizante y cegada por las demás ocupaciones”.

La astronomía te obliga a mirar hacia arriba y eso descontractura el alma. Mirar hacia arriba es mirar objetos que permanecen, que respetan un orden, que danzan en una armonía eterna y en una paz inalterable; es aprender a escuchar con los ojos la armonía de los astros, la “música de las esferas”. Sócrates le dice a Glaucón que la astronomía y la música están hermanadas: que así como los oídos fueron creados para la música, así los ojos para la astronomía. Estudiar los astros es conectar el alma con lo más duradero, con la chispa de eternidad que hay en nosotros.

Así lo entiende también Claudio Ptolomeo, el gran astrónomo de la antigüedad. Hasta Copérnico, Ptolomeo fue la autoridad en astronomía. Su libro, el Almagesto, fue el manual de astronomía indiscutido durante casi quince siglos. Casi nada sabemos de su vida, pero se ha conservado un poema que escribió. Dice así: Yo sé que mis días están marcados por la muerte / pero cuando estudio los astros que giran sin cesar / mis pies ya no pisan más la tierra / y, al lado del mismísimo Zeus, / reclamo la parte que me corresponde de la inmortalidad.

Te invito a que esta noche salgas afuera, mires las estrellas, leas despacio el poema de Ptolomeo y reclames vos también la parte que te corresponde de la inmortalidad.

Christián Carman

Si quieres recibir contenido gratuito y novedades de cultura general suscríbete aquí:

Cultura General