Entre los trogloditas y los dioses
Yo no soy emprendedor, yo hago satélites, me dijo Emiliano Kargieman, fundador de Satelogic, delante de un aula repleta de estudiantes de carreras científicas en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires.
Claro, pensé, no conozco a nadie interesante que se defina como emprendedor. Uno está haciendo teatro, otro automóviles, otro un bar, otro un libro, otro un disco, otro una nueva forma de transportar energía.
Ayer estaba releyendo «El Inmortal», de Borges. Y me detuve en un párrafo en el que los trogloditas descubren que nada tiene sentido, que toda empresa es vana. Y se dedican al mundo del pensamiento y la especulación.
Pensaba que hay mucha gente así. Sabios que saben que, si hacemos «zoom out», en la eternidad nada tiene sentido. Y cínicos o personas que maquillan de cinismo su sentimiento de impotencia y transforman el «creo que no puedo» en «no vale la pena». Y en el otro extremo los entusiastas. Los que hacen todo sin pensar. Los que corren todo el día sin ir a ningún lado.
Pensaba que este taller que comienza ahora, busca un intermedio entre estos dos extremos. Entre el «nada vale la pena» y el «corro todo el día para no ir a ningún lado» hay un lugar. Un lugar en el que están los Rolling Stones y Amazon, Harry Potter y las pirámides de Egipto, el Guernica y Space X. Pero también la panadería de la esquina que alegra el barrio con el olor de cada mañana.
Es un lugar posible. No pertenece a los dioses ni a los trogloditas. Es, como dice la legendaria publicidad de Apple, lo que nos mueve como humanidad adelante.
En este taller vamos a buscar inspiración para hacedores. Hacedores de peluquerías, de música, de empresas, de consultorios, de arte, que quieran aportar algo a que todos vivamos mejor y ganar algo por ese aporte.
Pero también vamos a ver herramientas para hacer esto de manera exitosa, con un poquito de ambición.
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Emiliano