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Por Christián Carman

Una de las cosas que más disfruto de ser padre es ver a mis hijos jugar al fútbol. Me encanta. Ha habido fines de semana en los que he visto hasta siete partidos. Aunque hago lo posible, con varios hijos, no siempre es posible ver todos. Una vez los dos menores, Juani y Santi, jugaban a la misma hora. Por suerte, sus abuelos estaban de visita así que propuse ir yo al partido de Santi, el menor, y que los abuelos fueran a ver a Juani. Pero Juani me agarró aparte y muy serio me dijo: “No, Pa. Vos me tenés que venir a ver a mí”. Le traté de explicar que su hermano tenía el mismo derecho pero que era menor, que… Pero me miró fijo y, con sus 9 años, me contestó: “¿Sabés que pasa, Pa? Cuando vos me mirás, yo juego mejor”.

Me hizo acordar a algo que enseña Fedro en el Banquete, un diálogo de Platón. Varios personajes se reúnen a festejar que Agatón, un joven poeta, había ganado un premio. Deciden que cada uno va a elaborar un discurso en honor de Eros, el Dios del amor. Arranca Fedro y dice que el amor hace que seamos mejores porque, ante la mirada de la persona que te ama, uno tiende a sacar lo mejor de uno.
Procuremos generar, con nuestra mirada, entornos de confianza y seguridad, ecosistemas que estimulen a los que nos rodean a que den lo mejor de sí. Y procuremos también nosotros rodearnos del mismo entorno, para que, como Juani, juguemos mejor.

Christián Carman

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