Héroes y poetas
Por Christián Carman
Søren Kierkegaard fue un gran filósofo danés del siglo XIX. Vivió apenas 42 años, pero le bastaron para fundar una nueva corriente filosófica, el existencialismo. Frente a los grandes sistemas filosóficos de la modernidad, lógicamente impecables pero absolutamente ajenos a la vida cotidiana, Kierkegaard defendía una vuelta de la filosofía a la existencia concreta, subjetiva, de cada uno: a sus angustias, anhelos, pasiones y deseos. Fue un gran movimiento filosófico y cultural, del que todavía hoy nos seguimos alimentando.
Kierkegaard solía decir que Dios creó dos clases de personas muy bien diferenciadas: los héroes y los poetas. Los héroes están llamados a realizar grandes hazañas que transformarán el mundo. Los poetas, no. Los poetas no harán nada extraordinario por ellos mismos. Están llamados a admirar a los héroes, y a cantar sus hazañas. A contagiar a otros el entusiasmo por sus héroes. Su heroísmo, en todo caso, consiste en luchar contra el olvido de los héroes y sus hazañas. Aquiles y Héctor fueron héroes. Homero fue un poeta.
Yo creo que el planteo de Kierkegaard es demasiado binario. Todos tenemos algo de héroe y algo de poeta. Todos estamos llamados a realizar hazañas propias, pero también a cantar las maravillas de otros. Hoy todo parece invitarnos a convertirnos en héroes. Incluso en superhéroes. Y eso ejerce una presión muchas veces no del todo sana. Kierkegaard prefería ser poeta. Es muy liberador reconocerse poetas de otros y otras. Correrse de vez en cuando del lugar de héroe y señalar a otro. Y, si se elige bien de quién ser poeta, el gozo de cantar sus proezas tiene un sabor incomparable.
Christián Carman