Tomás de Aquino y cómo combatir la tristeza
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Por Christián Carman
Tomás de Aquino fue, probablemente, el teólogo y filósofo más importante de todo el cristianismo. En todo caso, está peleando el primer lugar en el podio con San Agustín. Tomás era llamado el “doctor angélico”. No porque tuviera una apariencia especialmente angelical y espiritual –todo lo contrario– sino porque era un especialista en ángeles. Los ángeles eran su pasión. Se había preguntado de todo acerca de ellos: cuántos hay, cómo se organizan, si pueden conocer los pensamientos que están en el corazón de las personas, cómo se comunican entre ellos, si cuando dos ángeles se comunican entre sí, un tercero los puede “oír”. Por eso, podríamos pensar que sus consejos acerca de cómo combatir la tristeza serían inútiles, por muy espirituales. Seguramente nos aconsejaría rezar, confesarnos, tal vez alguna mortificación. Nada que ver. Cuando Tomás habla de ángeles, habla de ángeles, pero cuando habla del ser humano, sabe muy bien que somos de carne y hueso.
La tristeza es la emoción que sentimos cuando estamos frente a algún mal que no podemos evitar, cuando estamos obligados a convivir con el mal. Es lo contrario al gozo. Cuando alcanzamos un bien que buscábamos, frenamos y convivimos con él. Eso nos produce gozo. El gozo es reposo en el bien. La tristeza es cierta agitación en el mal. El alma está turbada. La tristeza implica cierta fatiga o enfermedad. Las medicinas, sigue Tomás, curan por opuestos: si tenés fiebre, te ponen paños fríos. Lo opuesto a la tristeza es el gozo, así, cualquier gozo, por más insignificante que sea, mitiga la tristeza.
Pero, uno podría objetarle que hay cierta falencia en el razonamiento. Porque, si la medicina trabaja con opuestos, uno debería procurarse el bien cuya ausencia provoca la tristeza, no cualquier bien. O sea, si estoy triste porque me peleé con mi pareja, la tristeza se me irá si me reconcilio, no si me como un chocolate. No hace falta objetarle eso a Tomás, él mismo se lo auto-objetó. Y se auto-contestó. La tristeza, es una enfermedad y el gozo, el reposo. Pero los médicos recomiendan reposo para prácticamente cualquier enfermedad, así “cualquier gozo es un remedio para mitigar la tristeza, sea cual fuere su procedencia”. No cura, pero alivia. El reposo en el placer ayuda a que tu alma descanse un poco de la fatiga que produce la tristeza. Así que, éste es el consejo de Tomás: si estás triste, sea cual sea la razón, date un gustito, el que sea, el que puedas. Eso hará reposar tu ánimo y calmar, entonces, la agitación que produce la tristeza.
Tengo un amigo, fanático de Boca Juniors, que tiene un problema crónico en la rodilla que le produce mucho dolor. Una vez me dijo algo que me pareció una exageración típico de su fanatismo irracional, pero Tomás me mostró que puede ser verdad: “cuando gana Boca, me duele menos”.
Christián Carman
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ESTOY PASANDO UN TIEMPO DE TRISTEZA