Tres secretos y claves de la nueva agenda del sueño 50+
Como tenía la grabación un programa de televisión los lunes a media tarde, a Diego Golombek se le complicaba venir como invitado al ciclo de Baikal Senior. Pero un lunes feriado su compromiso se suspendió, y tuvimos el lujo de disfrutarlo durante una hora donde nos contó sobre los últimos avances en la ciencia del sueño, y también algo sobre la “ciencia de la creatividad”, su próximo libro que sale en noviembre.
Diego es biólogo, especialista en cronobiología (la ciencia que estudia nuestro reloj interno y las consecuencias de sus desajustes) y seguramente el mejor divulgador científico de habla hispana. En 2017 le dieron el Konex de Platino en la categoría de “Divulgación”.
La charla fue tan rica que la volví a ver un par de veces, para poder digerir mejor todo el conocimiento nuevo (hay estudios que citó que son del último mes) que hay sobre la importancia del sueño. Con un doble clic en la segunda mitad de la vida, me quedé con estas tres claves para compartir:
1) “Si tuviera que recetar un solo fármaco a una persona para que mejore, una bala de plata, sería convencerla y lograr de que duerma más”, dijo Diego al empezar la charla. Estudios recientes muestran que una hora más de sueño hace que engordemos menos, vivamos más, tengamos menos riesgo de demencia o de tener un infarto y hasta tomemos decisiones más éticas y cooperativas. Para todos es importante pero para los 50+ aún más, porque el sueño se correlaciona fuerte con mantener sanas todas nuestras habilidades cognitivas, entre ellas la memoria.
2) Hay toda una industria multimillonaria del sueño, de cientos de millones de dólares al año (que igual no es nada al lado de lo que se calcula que pierden las economías por dormir mal). Diego comentó que los basquetbolistas de la Generación Dorada vienen siendo de los mejores embajadores de esta agenda, usando los anillos “Oura”, smartwatches, acostándose temprano, eliminando pantallas, etc. Pero hay un riesgo, que hasta tiene un nombre, Ortopsonia, que es preocuparnos de más porque dormimos poco y entonces restar horas de sueño. Por más que nos compremos infinitos libros y artefactos, al final del día todo pasa por lograr un ajuste interno que implique una baja sustancial en los niveles de estrés. Y esto se logra con meditación, comer sano, deporte, etc
3) A medida que pasan los años nuestra percepción del tiempo cambia. Esto está muy bien contado en el libro “Una Geografía del Tiempo”, de Levine, un autor de EE.UU. que falleció hace dos años. Está editado por Siglo XXI en la colección que dirige Golombek (Ciencia que Ladra). Con menos años por delante, el tiempo comienza a pasar más rápido que cuando somos adolescentes, donde nos creemos prácticamente inmortales. La buena noticia es que hay formas de lentificar esta percepción y disfrutar más de cada segundo (con meditación y otras técnicas). De alguna manera, “delinearizar” nuestra percepción del tiempo, y pensarlo más como un océano o un lago que como un río que tiene una corriente unidireccional, que es como en occidente estamos acostumbrados a concebir el paso de las horas, meses y años.
Sebastián Campanario
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