Un marco ancho para pensar nuestras inversiones
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En el envío anterior conversamos sobre cómo tomamos decisiones bajo incertidumbre y el impacto que esto tiene en nuestras inversiones.
Dijimos que la clave en los portafolios convexos es deshacerse rápido de las acciones que van mal y quedarse por mucho tiempo con las que van bien. Pero que, por el modo en que trabaja nuestra mente, terminamos haciendo justamente lo contrario, vendemos rápido las que muestran ganancias y nos quedamos por mucho tiempo con las que muestran pérdidas esperando que se recuperen.
Por suerte, hay una salida. Acompáñenme de nuevo a recorrer algunos escenarios en los que debemos tomar decisiones. Son muy parecidos a los de la semana pasada, lo interesante viene después (espero).
Tenemos un portafolio con las acciones 1 y 2.
La acción 1 bajó 9 dólares. Ante esta situación, hay dos opciones:
A. Vendemos, y realizamos la pérdida de 9.
B. Nos la quedamos, con un 50% de probabilidades de que vuelva a su valor original y un 50% de que la pérdida se amplifique a 20.
La acción 2 subió 10 dólares. Ante esta situación, hay dos opciones:
C. Vendemos, y realizamos una ganancia de 10.
D. Nos la quedamos, con un 50% de probabilidades de que vuelva a su valor original y un 50% de que la ganancia se amplifique a 20.
Una aclaración antes de seguir. Planteo el ejemplo con el precio de la acción porque es más fácil marcar el punto de la cuestión, pero también lo podemos pensar en términos del rendimiento del negocio (¿cuántas veces una compañía presentó trimestres malos y seguimos esperando que repunte?).
Sigamos. En línea con la teoría prospectiva de Kahneman y Tversky, la mayoría habrá elegido no vender la acción 1 y vender la acción 2. Esto implicaría las decisiones B y C.
Ahora, ¿Qué pasa si analizamos las dos acciones en conjunto? Es decir, no como una secuencia de dos decisiones, sino como una sola decisión con cuatro combinaciones posibles (AC, AD, BC, BD).
Consideren estos dos escenarios:
BC. Tenemos 50% de probabilidad de perder 10 y 50% de ganar 10.
AD. Tenemos 50% de probabilidades de perder 9 y 50% de ganar 11.
Fíjense que BC son las probabilidades que se obtienen de combinar la decisión B para la acción 1 y la C para la acción 2. De la misma manera, AD son las probabilidades que tendríamos si eligiéramos A en el caso de la acción 1 y D en la acción 2.
Lo interesante es que si comparamos estos dos escenarios, está claro que AD es superior a BC. Las posibles pérdidas son menores (9 contra 10) y las posibles ganancias son mayores (11 contra 10).
Lo que tenemos que entender es que lo que surja de ganancias y pérdidas de cada acción irá al mismo bolsillo, por lo cual no hay diferencia entre pensarlo de manera separada o conjunta.
Kahneman plantea que hay dos maneras en las que podemos construir nuestro espectro de decisiones. Lo podemos hacer con un marco estrecho, enfocándonos en un caso a la vez (en este caso, una acción a la vez). O lo podemos hacer con un marco ancho, entendiendo que es una única decisión con cuatro alternativas.
Nuestro cerebro tiende a optar por un marco estrecho y tomar decisiones a medida que los problemas se van presentando. Pensar las decisiones en términos de marco ancho requiere un esfuerzo mental muy grande que, en general, no estamos dispuestos a hacer. Quienes son parte de Baikal habrán conversado mucho sobre esto en el Taller de Desarrollo Personal.
Además, lo interesante de agregar acciones a nuestra cartera y pensarlas de manera conjunta es que reduce considerablemente las probabilidades de perder una suma importante de nuestro capital (siempre y cuando tengan una correlación baja).
Por ejemplo, supongamos que nos ofrecen tirar una moneda: si sale cara pierdo 100 dólares y si sale seca gano 200. Mientras que la esperanza matemática de este juego es claramente positiva, nuestra aversión al riesgo probablemente nos haga evitarlo. Pero, ¿qué pasa si nos ofrecen jugar 100 veces seguidas? En este caso, la esperanza matemática es de 5.000 y, lo más interesante, la probabilidad de perder algo de dinero luego de los 100 lanzamientos es de tan solo 0,04%.
Entonces… cuando nos enfrentemos ante lo que puede ser una apuesta asimétrica a nuestro favor (es decir, esperanza matemática positiva) no tenemos que pensarla de manera aislada, sino como una de muchas que integran un conjunto de apuestas. Obviamente, para que esto se cumpla, tenemos que asegurarnos de tener el capital para poder hacer todas ellas a lo largo del tiempo.
Kahneman nos invita a pensar si esa apuesta será la última que haremos en nuestras vidas. Si la respuesta es no, entonces tiene sentido aceptarla y tener en claro que en el futuro aparecerán muchas más y terminaremos obteniendo buenos resultados.
¡Hasta la semana que viene!
Santiago Tissembaum
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